martes, 15 de noviembre de 2011

MUROS (3ª parte)






QUÉ EXTRAÑO FENÓMENO
¿Qué extraño fenómeno
os trae con los pájaros
contra la marea y el viento?
El mar os arroja,
os revuelca en sus olas
y os acerca a las riberas
presagiadas en los sueños.
Oigo las voces
de amordazadas bocas
y el silente llanto
que encerráis en el pecho,
como graznido de albatros
que estalla en el silencio.
Llegasteis con los pájaros
hasta las ramas de mis versos.

LA ALIANZA DEL NORTE
La alianza del Norte avanza.
El frío y las montañas
burlan las fuerzas agotadas
al otro lado de las nubes.
La ventisca y la nieve cierran
los pasos estrechos.
La cordillera es insondable.
Pese a las tormentas de arena,
la alianza del Norte,
arrasando ciudades, avanza.
Los copos de nieve
caen por las abruptas pendientes
de un país inexplorado.
Acecha el invierno.
La alianza sigue avanzando,
enfurecida por el odio,
afiebrada por la venganza,
conducidos hacia la muerte.

CON OLOR A ARAUCARIA
Llegaste, sin la bandera,
con olor a araucaria
en tu blanca camiseta.
Arriba el barco soñando.
Las gaviotas metálicas,
sobre los mástiles posadas,
en revuelo,
hacia la luz se disparan.
Tu sonrisa blanca,
iluminada, amplia,
como una bahía,
por encima de la espuma
y las gotas saladas,
trae el olor a la araucaria.
El viento sopla la nostalgia
y tus ojos negros
se abren de repente
besando el suelo
donde se depositan
todos los sueños.

LAS MÁS ALTAS TORRES
Las más altas torres
se desmoronan.
No sabemos si es real
o el efecto hipnótico
de un mago macabro
o presenciamos
el último avance
de una producción
cinematográfica.
Un zumbido de abeja,
un derrumbe inesperado.
Con alas de metal,
se exhibe la muerte
en el nítido cielo.
Las más altas torres
caen como una lluvia
de cenizas
y el sol se ha eclipsado
por el llanto.

LAS HEMBRAS
En esta pequeña ciudad
las hembras
sois tan contradictorias.
Es tanto el puritanismo
y vuestra hipocresía.
¡Sois tan hermosa!
Amaros es precipitarse
al maldito abismo.
Ya no eres la niña
de largas trenzas
que saltaba a la comba
y trepaba a las ramas cimeras.
Ahora me atraen tu larga melena,
tus caderas,
tus piernas de bronce,
los redondos pechos ocultos
bajo la camiseta,
tus apretadas nalgas...
Soy grosero.
Me embriago para ser grosero.
La última vez que hablé con mi padre
en Buenos Aires,
una ciudad de millones de habitantes,
hablé por teléfono.
El viejo me aconsejó sabiamente:
¡Hijo mío, ve a lo tuyo!
Trágate el mundo
como bebemos el mate.
El viejo ya está muerto,
le devoró el cáncer.
El viejo me decía:
Me gusta mucho comer,
emborrarme de vino,
fumar puros cubanos,
quemar el dinero
con mujeres lindas
y bailar el tango.
Era mi padre
y ya está muerto.

HOMBRE DE DESEOS
¿Por qué estudiáis las mujeres?
¿No sería mejor permanecer
en la ignorancia?
Soy un hombre de deseos.
Quiero imponer mi voluntad.
Hace siete años
que no hago el amor.
Mi deseo es violar a una mujer.
Soy un asesino.
¿No ves que estoy reprimido?
¿Ves esta cicatriz en mi cabeza?
Hace siete años
el psiquiatra me enchufó
corrientes eléctricas.
Quedé electrizado.
Hace siete años
que no vuelvo por casa.
Mi padre me encerró
en el psiquiátrico.
Hace siete años
que murió mi madre.
Mi padre volvió a casarse.
Hace siete años que estoy loco
por una joven madrastra.
Soy un hombre de deseos.
Prefiero ser un asesino
a un predicador.
Mi deseo es matar.
¿Por qué sois tan inteligentes
las mujeres?
¿No sería mejor permanecer
en la ignorancia?
Soy un hombre de deseos.

NO LLORÉIS POR MI ARGENTINA.
No lloréis por mi Argentina.
A vos hice llorar
evocando a los nuestros.
Tibias lágrimas
cual río desbocado,
como la catarata de Iguazú.
No puedo hablar de mi gente,
de los que allí quedaron
y tanto anhelo,
de mis hijos jóvenes,
de mi padre anciano;
no puedo hablar de ellos
sin que me brote el llanto,
no puedo, sin este quebranto.
Para no morir de hambre
dejé los Andes, mi pampa
y el Paraná y el río de la plata.
Vos, no lloréis por mi Argentina.
Soy un valiente guacho
lejos de mi tierra amada.

INVASIÓN DE RAMALA.
El ejército de Israel
ha invadido Ramala.
Los soldados desvalijan,
un día más, casa por casa.
Puertas derribadas,
apuntalan los hogares
con metralla.
En el corral, el gallo canta.
Del lecho, por la fuerza
a los hombres, mujeres
y niños levantan;
se los llevan
con los ojos vendados,
descalzos, en pijama;
apuntalados con fusil
a la espalda.
La noche es larga.
Antes del amanecer,
el gallo canta.
El ejército de Israel
ocupa Ramala.

TIEMPO DE PAZ
¡Es tiempo de Paz!
grita una mujer
al rayar el día,
ofreciéndome de beber
el vino de la última cosecha.
Mi cuerpo avanza
mojado por el rocío,
envuelto en el aroma
de las rosas.
Brotan las fuentes
de aguas azuladas
y presentan los montes
el color de las moras.
Llegué hasta estas costas
empujándome las olas.
Las atobas de las casas
relucen como el oro
por el sol que despierta.
Atravesamos los barbechos que arden.
Desalentados, bajo los efluvios del vino.
¡Es tiempo de Paz!
Gritan los soldados
que desandan
el camino andado
sin rumbo,
como espíritus flotantes.


¡MI ODIADO DICTADOR!
Deseo apretar el gatillo
y darte muerte.
¡Qué desfachatez la tuya,
libre de la justicia humana!
No puedes entender mi dolor
al ser de mi hijo despojada
y no saber si está vivo o muerto.
¿A quién llamará mamita?
¿A quién mirarán sus ojos azules
cuando el cóndor abrace
las cordilleras andinas?
¡Mi odiado General,
te has burlado del mundo
alzando tu brazo militar,
pisando el suelo chileno
ante el poder de la prensa.
Has provocado y humillado
a todas las madres de la tierra.
(A Pinochet, por su desafío a la prensa internacional)

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