viernes, 23 de diciembre de 2011

Henrik Johan Ibsen

Henrik Johan Ibsen (1828 - 1906) fue un dramaturgo y poeta noruego.
Nació el 20 de marzo de 1828 en el puerto de Skien, pequeña ciudad al sur de Noruega, y murió el 23 de mayo de 1906 en Cristianía (actual Oslo). Ibsen es considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más han influido en la dramaturgia moderna, padre del drama realista moderno y antecedente del teatro simbólico. En su época, sus obras fueron consideradas escandalosas por una sociedad dominada por los valores victorianos, al cuestionar el modelo de familia y de sociedad dominantes. Sus obras no han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneos más representado en la actualidad.


“Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres. [...] Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino.”
(Notas para la tragedia actual. Ibsen.)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL ESPECTRO


EN HOMENAJE A  Henrik Ibsen
“Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes,
 una del hombre y otra de la mujer.
 Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres.
[...] Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual,
una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas,
con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino.” 
(Notas para la tragedia actual. Ibsen.)

“Cual ángel de fiera mirada,
volveré a tu alcoba
y hacia ti sin ruido me deslizaré
con las sombras de la noche”
(C. Baudelaire).
PERSONAJES:
Espectro, vestido con túnica blanca. Pelo largo. Barba. Pies descalzos. Lleva un cirio encendido.
Danzarina, viste de tul negro. Zapatillas de baile. Pelo largo. Maquillada con la mitad de la cara de blanco y la otra mitad de negro. Lleva alas, una de plumas blancas y otra de plumas negras.
Hombre, viste un pijama de preso, a rayas grises y negras. Va descalzo.
Mujer, lleva un camisón blanco, de encaje. Pies descalzos. El pelo largo, recogido en una cola de caballo.
El escenario está casi vacío, cubierto con abundantes hojas de árbol, grandes, secas. Una pantalla al  fondo, en ella se proyecta imágenes. Cada diapositiva está contenida dentro de un marco de cuadro, muy lujoso. La diapositiva es como una ventana que se asoma a otro mundo. En el lado derecho del escenario, en la parte baja, cuelga un triángulo, el de la trinidad, y dentro un ojo, el ojo que todo lo ve.
(Primera diapositiva: Un cielo azul con alguna nube blanca.
Música: Mike Oldfield. INCANTATIONS, disco 1º, cara 1.
En el lado izquierdo del escenario hay un nido grande, hecho de paja; en el nido duermen, cubiertos por una tela de gasa blanca, el hombre y la mujer. Él se mueve agitado, ella descansa.
Fin de la música. Aparece el Espectro por el lado derecho del escenario, alumbrado por el cirio.)
Espectro:  (Dirigiéndose al hombre) Si abres las ventanas, me verás resurgir detrás de las montañas, como un espectro en el abismo. (Pausa. Dirigiéndose al hombre) ¿No te gustaría hacer algo grande, sentirte por una vez importante, sentir que has ascendido la pequeñez que embriaga a los hombres?
(Se encamina hacia el hombre que permanece tendido y le coge de la mano.) Ven conmigo. (Señala con el dedo hacia atrás) Allá lejos está el Quijote, vamos con él a recorrer senderos intransitados. No hay que tener miedo de ser centauro, de ser saeta apuntando hacia un sueño, de otear el mundo desde la torre más alta. No tengas miedo de caer.
(Fin Diapositiva1. El escenario queda iluminado sólo por el cirio que queda al fondo del escenario en el centro sobre un candelabro. El Espectro permanece de pie en el lado derecho del escenario, al fondo. Se enciende la luz roja).
Hombre:  (con mucha agitación) No, hoy no. Espera. Ahora es invierno. La nieve cubre las crestas de las montañas. Déjame. No quiero acompañarte. Déjame sentado frente a la chimenea. Hace frío y no quiero irme contigo.
Mujer: (Incorporándose y traqueteando al hombre)  ¡Despierta!
Hombre:   ¿Sí? ¿Qué sucede?
Mujer: Otra de tus pesadillas.
Hombre:   ¡Quiere llevarme! (Agarrándose al brazo de ella con fuerza) ¡No lo permitas! ¡No le consientas que me arrastre consigo!  ¡Tengo tanto miedo!
Mujer: ¡Calla! ¡Calla! No dejas dormir a nadie. Luego se quejan los vecinos; siempre los vecinos murmurando, mirándonos con esos ojos enormes. Son tan delgadas las paredes. Todo se oye y todo se ve. ¡Ah, estoy tan agotada! Todas las noches la misma pesadilla.
Hombre:   ¡Prométeme que no le dejarás entrar! Lleva tanta luz que me deslumbra. Mi retina no puede soportarlo.
Mujer: Me vas a volver loca. Mañana tengo tantas tareas que hacer. Vamos, duérmete y olvida todas esas tonterías. (Se vuelve a tender en el nido y se cubre con la tela). No podemos tener intimidad ni en nuestra propia casa. No soporto que los vecinos nos miren con esos ojos como si nos vieran desnudos. Duerme y todo pasará.
(Se apaga la luz roja y se enciende la blanca. Aparece el Espectro y se sitúa delante del lecho. Pausa larga. Se dirige al hombre).
Espectro: ¡De acuerdo! Échate las rejas, sé tu propio prisionero. Deja que el árbol se hiele; con el otoño se le han caído todas las hojas, ahora eres un árbol desnudo, desprotegido. Quizá mañana amanezcas sin vida. Eres un niño indefenso en las rodillas de la aurora. Sí, ya me voy. Me marcho como el agua de un río, siempre nueva y distinta, siempre estoy de paso. El agua se pudre si se estanca.
(Se aleja hacia el fondo del escenario. Da unos pasos de baile) Me contornearé como un demonio, danzaré como un espectro.
(Se queda al fondo del escenario en el lado derecho. Suena la música: I Robot. La bailarina sale por el lado izquierdo del escenario. Las luces se alternan, cambian de color al ritmo de la música. Mientras la danzarina baila se proyecta diapositivas de paisajes, de montañas y ríos. En el centro, la bailarina realiza sus piruetas. Acaba la música y la danzarina se coloca en el lado opuesto del Espectro, al fondo del escenario. Hombre y mujer se reincorporan lentamente. Luz azul. Se proyecta un vaho de nitrógeno líquido, como en un sueño, en una niebla densa donde los personajes parecen también espectros).
Mujer:  Me afano por comunicarme con la palabra. Mi esperanza cabalga a lomos de la poesía. Hace tiempo que no converso con nadie. Hablo sola entre estas cuatro paredes. Necesito vitalmente expresarme. Tantos siglos amordazada que siento la necesidad de gritar.
Hombre:   ¡No, no está permitido alzar la voz! (La abraza) ¿Te gustaría ser Libre? (Señalando al público) ¿Crees que todos ellos son libres? Les envidias. Te gustaría ser como ellos, pero ellos no pertenecen a tu época. Ellos han venido del futuro. Tú sólo eres una idea. Estás dentro del pensamiento de cualquiera de ellos; no tienes vida propia.
Mujer:  (Con melancolía) Tienes mucha razón. Los envidio. Me gustaría ser como ellos. Sólo una mente puede hacerme libre: mi propia mente.
Danzarina: ¡Oíd! Están aplaudiendo vuestra limitación.
Mujer:  Todos tenemos un sueño dentro de nosotros como una hermosa perla. Nos gustaría ser algo que no somos, que no nos está permitido ser.
Hombre:   A mí me gustaría ser un músico de rock. (Hace como si rasgara una guitarra eléctrica).
Mujer:  Cuando seas músico me dedicarás una canción.
Hombre:    No seré nunca músico. No tengo tiempo nada más que para trabajar.
Mujer:  Yo quiero ser dueña de mis sueños. Nadie me los va a destruir.
 Seré bailarina.
Hombre:  ¡Imposible! No existen los sueños. Además tú eres demasiado mayor.
  Mujer:   Estudié danza cuando era niña sólo que dí una voltereta en el columpio y me rompí una pierna. Tardé más de un año en volver a caminar.
Hombre:  Siempre fuiste una rebelde ¿Te consideras inocente? (Al público).
Vosotras sois las culpables. Culpables por el pecado del paraíso, y al mismo tiempo, o sentís víctimas.
Mujer:  No somos culpables de nada. Quisieron controlarnos como si fuéramos marionetas y entonces inventaron la culpa. ¡Déjame volar! ¡Por favor, déjame volar!
(La bailarina empieza a danzar al ritmo de la música. Diapositivas; las imágenes proyectadas está dentro de un marco; aluden a paisajes de acantilados y mar. Luces de colores.)
Hombre:   ¿Qué te crees? ¿Quién te crees que eres? Sí. Tienes que seguir tu patrón. No debes salirte de unos límites que están bien claros. Estamos dentro de este cuadro de donde no se puede salir.
 Mujer:  No soporto más esta limitación. Soy sólo un número; yo soy el 13 ¿No lo ves? Estamos construidos según un determinado modelo. Tú también lo estás. Te comportas como ellos quieren que lo hagas. El Gran Ojo siempre nos está mirando. No podemos salirnos del marco porque si nos salimos no pueden vernos, no pueden controlarnos.
Hombre:   ¡Basta! No continúes o me veré obligado a castigarte.
Mujer:  Nos están engañando. Permanentemente nos manejan. Quieren hacernos creer que todo lo que se quiere se puede lograr, pero sólo te permiten que desees lo que ellos te presentan. No podemos salir del marco. Sí, estamos dentro del cuadro, pero todo son zarandajas.
Hombre:   ¡Te ordeno que te calles! ¡Arrodíllate y pídeme perdón!  Tú no eres absolutamente nada. ¿Qué pretendes? ¿Qué nos eliminen? ¿Qué nos barran como cenizas? ¿Qué nos borren de un plumazo? ¡Qué delirios los tuyos! He luchado mucho para llegar hasta donde estoy y no te consiento soñar.
Mujer: (Con tristeza y resignación). Pensar que estamos arruinando nuestras vidas. ¿Cuántas experiencias nuevas podríamos sentir?
Hombre:  Estamos bien así, como estamos. No necesitamos nada.
Mujer:   Estos límites nos están engullendo. ¡Oh, paredes que sostienen la horca colgada de su techo! Mi alma es prófuga en busca de bosques y de ríos.
Hombre:  Es peligroso cruzar el marco. Estás cabalgando a lomos de la locura.
Mujer:  Amargas son mis lágrimas.
Hombre:   Si no lloraras te querría más. (Se acerca a ella, se arrodillan uno frente al otro. Él le entrega una rosa y la besa con ternura; ella se limpia el beso y se aparta de él)  Pero no estás conforme nunca con nada. No estás conforme con esta existencia que tienes, con lo que se nos ha regalado. ¿No te das cuenta que somos unos privilegiados? Se nos permite estar dentro del cuadro. Hasta los caballos sienten miedo cuando son desafiados por el camino.
(Luz roja y azul alternándose. Música: un tango. Bailan los dos unos pasos, él intenta besarla y ella se aparta con decisión).
Mujer:  Yo no quiero sólo ser la madre de tus hijos. Abro todos los días la ventana para encontrar una nueva esperanza. Sí, sé que está prohibido abrir la ventana, pero yo necesito respirar el mar, ver los barcos como despliegan sus velas blancas como si fueran alas. Quizá quede condenada a caminar sola, errante por los vírgenes senderos, desnuda, sin zapatos… Entre estos límites han sido secuestrados los colores. Estoy harta de un mundo en blanco y negro. No quiero pertenecerte. Quiero volar como los pájaros o arrojarme por esta ventana y no regresar nunca más a tus brazos.
Hombre:   Tú sólo me pertenecerás a mí. Nadie más va a poner una mano encima de ti. Mis manos de acero recorrerán tu cuerpo de granizo hasta que tiembles porque te falte el aire, por la necesidad del aliento.
Mujer: (Enérgica) ¡Ya me falta el aire! (Se aproxima a él suplicante) ¿Cómo quererte si no me das opción a que te quiera? Déjame marchar como lo hacen las golondrinas que después retornan a sus nidos. Déjame cabalgar como un potro salvaje por las montañas. Yo entonces podría desearte porque la distancia me haría suspirar por tus besos, y te necesitaría y volvería a ti como una mariposa retorna a la flor en busca de su néctar.
Hombre:   (Con calidez) ¿Qué dices, amada mía? ¿Cómo te voy a dejar marchar? Te quiero y por eso te ato con los lazos de plata más brillantes.
Mujer:  (Melancólicamente) Ni siquiera me atas con amor.
Hombre:   Dame la mano, mi cielo. Olvida esas ideas tan extrañas que te han entrado en la cabeza. Una mujer no es nadie sin su hombre. ¿A dónde irías sola? No podrías llegar muy lejos. Te arrojarían piedras, se reirían de ti. Te harían mucho daño y yo no soporto verte llorar. Conmigo eres un precioso diamante. Sola no eres más que yeso o arena de los desiertos. Carecerías de valor. Serías lo más bajo que puedas imaginar.
Mujer:  Me gustaría ser una flor de loto en medio de un estanque a dónde viene a bañarse la luna cada plenilunio, o una caña verde en el lecho de un río; una ola rebasando el espigón; un canto rodado que arrastra la corriente hacia la mar. (Melancólica) ¡Cómo me gustaría ser el viento! Al viento nadie puede atraparlo y no lo detiene ningún límite, ningún marco.
(El Espectro cruza la escena con el cirio encendido. El hombre ata una cadena de hierro en el tobillo de la mujer).
Hombre:   Por fin tienes tu castigo. Yo soy un modelo para seguir. Soy lo que el sistema espera de mí. No puedes dejarme en ridículo.  Con esas fantasías tuyas no tardarían en arrojarnos fuera del sistema, fuera de este cuadro. (Empujándola al suelo) ¡No lo voy a permitir!
Mujer:  (Al público, desde el suelo) Tendré que arrastrarme con esta cadena. No consientes que libere la bandada de pájaros que guardo en mi pecho. ¿Quién dice que una mujer no debe soñar? Dicen que querer es poder. Yo me saldré del marco del cuadro si es necesario. ¡Qué hermoso ser un arco iris! Esta cadena no me retendrá.
Hombre:   Quieres llegar muy alto. Ocupar el puesto que yo ocupo, pero no podrás. Te venceré.
Mujer:  Cortaré las raíces. Sí. Seré un sauce sin raíz, o un pino, o un ciprés que toca el cielo.
Hombre:   ¡Calla! El poder será siempre mío. Tú eres altamente contaminante; una pandemia contagiosa.  Nos tenemos que librar de ti.
Mujer:  No voy a estar atada por más tiempo. (Se libera de la cadena) Sí, es cierto. Comí el fruto prohibido y desde entonces, generaciones y generaciones de mujeres transmiten unas a otras una sabiduría ancestral. Podréis quemarnos como brujas pero no os vais a librar de nuestros sueños. (Enérgica) Sé que detrás del marco hay otro mundo, otra vida.
(Ella se desmelena, se suelta el pelo. Música de Jazz: Milles Davis.  Ella realiza unos pasos de baile mientras la escena se va oscureciendo hasta quedar completamente a oscuras. Cuando la luz blanca se enciende, enfoca al Hombre y mujer que están  acostados sobre el nido, cubiertos por la tela blanca. Música. La bailarina danza. Proyección de imágenes: Imágenes de una sociedad moderna donde la mujer se ha liberado del hombre) El Espectro se une al baile de la danzarina. Luces de colores. Diapositiva  última: llamas de un fuego)
Espectro: (Bailando) Me contornearé como un demonio y danzaré como un espectro. Invitaré a todos a que vengan conmigo. Lo que os voy a mostrar no va a ser el cielo sino las llamas de vuestro infierno.
(La danzarina detiene su danza, se quita las alas y con ellas cubre al hombre y a la mujer que duermen en el nido. El espectro apaga el cirio. Apagón de luces y de diapositivas. Oscuridad total).



OBRITA ESCRITA EN 1976 Y REPRESENTADA EN VARIOS MUNICIPIOS DE MURCIA al final de los años 70;  interpretada por:

- Espectro: Juan Ortiz.
- Danzarina: Mari Carmen López.
- Hombre: Jesualdo García.
- Mujer: Irel Faustina Bermejo.

Dirección y texto: IREL FAUSTINA BERMEJO HERNÁNDEZ

miércoles, 16 de noviembre de 2011

HUELLA

Quisiera ser esa huella

que en tu corazón se clava,
quedarme para siempre
en la estancia de tu alma,
recibir tus besos de luz
cada mañana,
caminar sobre los adoquines
de tus pisadas
y agradecerte que ilumines
cada rincón de mi mirada.


Una punzada se me clava

Una punzada se clava
en mis entrañas;
de pronto se me corta
el cordón umbilical
y un amargo trago
de cicuta paraliza mi latir.
La luz estival me golpea.
Una tormenta de arena avanza
por el sendero por el que la parca
te viene a buscar.
Y tendré que levantarme
y seguir arrostrando tu partida
con el dolor de los recuerdos
que empapan el campo que labraste
con tu magnánimo amor de padre.
Permaneceré escuchando los acordes
de tus sabias palabras
en el columpio de la existencia.
No te vayas aún, 
no mires a la cara
a la muerte.
Déjala que siga esperando,
será paciente.
Vive un poco más
porque tu amor nos alimenta.
Una punzada se me clava
y el aire se me escapa.
El cielo azul  resplandece
y todo a mi alrededor se envuelve
con su luz blanca
que me deslumbra y me hiere.
De pronto el cordón umbilical
se ha cortado por sorpresa.
Necesito que me acunes un día más,
una semana, un mes, un año…
que sigas nutriendo con tu amor
mi vida y mi esperanza.
Y sin embargo, no he de tener miedo
y, si existe el cielo,
los ángeles te guiarán
por ese sendero
de nubes de algodón
hacia la vida eterna
en la que has creído.
Una punzada 
en mis entrañas

se clava.

Aún soy un niño.