La noche se hace turbia
por los vientos del sur.
Erramos juntos
durante horas
por la orilla desteñida,
tálamo colmado
de algas y caracolas.
Nos estrechamos furtivos
sobre rocas tatuadas
por el tinte de la luna,
fiel centinela
de nuestros secretos.
Golpeados somos
por el aliento salado
de las punzantes olas,
mojados por la espuma.
Los astros arden,
arrobados de belleza.
En la profunda vaguada
de tu pecho
se empapan
las azucenas.
Hallándote,
por sorpresa,
tomo prestada
tu pureza
Prohibida.
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