Cada
libro encierra una historia, no solo la historia que nos cuenta, sino también
la historia de su gestación y la historia de su viaje. Los Gatitos desean ser
adoptados y fui a Granada a recogerlos y abrazarlos.
Un gato
blanco me mira de frente y, detrás, difuminado, otro gato negro. Sus ojos
verdes aguardan que los acojamos en nuestro regazo, protegiéndolos, a cambio,
ellos nos harán compañía y aliviarán nuestras congojas, provocando la sonrisa.
Me adentro en la novela, atrapada por un
mundo distópico, de la mano de Dylan y Sveta. Una historia de ficción, pero que
desgraciadamente la ficción no es más que un reflejo de la realidad, del mundo
tal y como lo estamos dejando; a fin de obtener beneficios económicos, destruimos
la vida. sin pensar en las consecuencias
que ocasionaremos a otras generaciones. De esto, la autora es una experta; como
máster en Medio Ambiente y gestión del agua, conoce bien las consecuencias de
la contaminación del agua para las ciudades que se levantan alrededor de las
industrias y prometen un futuro a hombres y mujeres que terminarán descubriendo
que no existe tal futuro.
El paralelismo entre los gatitos y nuestros
personajes queda patente desde el principio de la novela. El sentido del humor atrapa
al lector desde la primera página, con un estilo sencillo y con los personajes
de cómic: Malojo, Malapata y Buentipo. Una novela que no nos deja indiferente y
que, además, estas mujeres, que viven sin hombres y que se convierten en
heroínas y supervivientes en este mundo, nos sitúa frente a una historia
contemporánea que rompe los moldes de la chica mona que es liberada por su
héroe.
La novela nos cautiva como la mirada verde
del gato blanco. Una historia que puede
estar sucediendo en cualquier lugar del planeta.
Un gato blanco me mira de frente y, detrás, difuminado, otro gato negro.
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